¿Tienes miedo a comer ciertos alimentos? ¿Tienes miedo o eres incapaz de tomarte una pastilla? ¿Tienes miedo a atragantarte o que no pueda pasar esa comida y vivir una situación desagradable? ¿Has dejado de comer alimentos que eran tus favoritos porque este miedo ha aumentado? La sensación física de atragantarse es sin dudarlo, una sensación desagradable y muy relacionada con el miedo a ahogarse. Cuando este miedo se vive en una situación traumática puede convertirse en una fobia, comúnmente denominada fagofobia.
En Terapia Breve Estratégica adaptada a la psiconutrición te enseñamos y ayudamos a desmontar este trastorno mediante unas herramientas y juegos interactivos, pero primero, contextualicemos este problema y hablemos de su origen.
¿Qué es la fagofobia?
Este trastorno denominado fagofobia se instala cuando el miedo a atragantarse ya ha pasado a ser irracional y condiciona algunas partes de la vida del paciente, como, por ejemplo; la restricción de algún tipo de comida que pueda ocasionar el atragantamiento o, incluso; la restricción de todo aquello que pueda causarlo.
Síntomas o como saber si tengo miedo a atragantarme
Cuando hay presencia de este miedo, la solución disfuncional que solemos hacer es evitar comer el alimento con el cual hemos experimentado la situación traumática, confirmando así nuestra incapacidad inicial para hacer frente a lo que nos está perturbando. Debido a esto, también empezamos a evitar otros alimentos que puedan ocasionar una repetición de atragantamiento.
En el caso de que el paciente sea un/a niño/a, los padres, al presenciar estas actitudes mantienen una postura concreta para que su hijo/a pueda comer tranquilo, le trituran los sólidos y les dejan de ofrecer algunos alimentos determinados. Pero en pacientes mayores de edad o de edad avanzada también seguirán el mismo camino de autogestión.
De esta manera el paciente sólo se acostumbra a los alimentos triturados o líquidos y el resultado sólo será un aumento de ese miedo inicial a atragantarse. Lo habremos alimentado con conductas evitativas.
Por este miedo también uno empieza a controlar demasiado su forma de comer, en especial de tragar, el control se vuelve tan obsesivo que uno puede llegar a experimentar atragantarse por su propia saliva. Esto nos hace ver que otra solución disfuncional para garantizar la seguridad del miedo a atragantarse que no funciona es el exceso de control que hace sentirnos que perdemos el control. Para identificar este trastorno nos fijaremos estratégicamente en diferentes ámbitos;
En el ámbito físico, este trastorno suele afectar al tono muscular, debido a que provoca tensión muscular a quién lo padece, así como también un aumento de la tasa cardíaca y respiratoria, sequedad de boca, sudoración excesiva y en algunos casos, incluso vómitos.
En el ámbito conductual, tal y como se ha comentado anteriormente; el paciente puede evitar comer, ingiriendo sólo algunos alimentos preseleccionados a los cuales no teme, llegando incluso a formas anoréxicas porque comen mal y comen poco, pero no se debe confundir con un Trastorno de Conducta Alimentaria. En el caso de los pacientes más pequeños, también se podría considerar la posibilidad de irritabilidad o llantos asociados con las horas de comida.
Por último, en el ámbito cognitivo, hay un aumento de la propiocepción, inconscientemente se empieza a prestar mucha más atención a la hora de comer, haciendo que físicamente notemos más la sensación de tragar el alimento. La persona ya no puede comer sin pensar, un pensamiento que le hace sufrir.
Tratamiento de la fagofobia
En este proceso es cuando los psicólogos intervenimos y también evaluamos la presencia de otros trastornos asociados a este que puedan empeorar la situación.
Para desmontar del todo este trastorno, desde la Terapia Breve Estratégica rompemos con la creencia de que los líquidos son la solución al problema, así que utilizamos el miedo a nuestro favor; así creamos la necesidad y esfuerzo para volver a comer con normalidad.
Otras terapias psicológicas utilizan métodos como las distracciones a la hora de comer, como, por ejemplo, leer un libro o ver la televisión mientras se ingiere la comida, pero ignoran el hecho que, a lo largo del tiempo, este tipo de soluciones se convierten en compulsiones y pueden desencadenar un trastorno obsesivo compulsivo. El hecho de extremar las precauciones nos hace querer controlar aquello que no podemos controlar, incapacitándonos a mejorar y pudiendo llegar a experimentar más ataques de pánico.
Desde la Terapia Breve Estratégica hemos observado una técnica que funciona para nuestros pacientes con este problema; La peor fantasía. Esta estrategia consiste en imaginar la peor situación posible en nuestra mente durante un tiempo limitado, y repetir este proceso a lo largo del día unas cuantas veces.
Esto nos permite ponernos en la situación más temida para saber enfrentarnos a ella, ser conscientes que nuestra hipótesis es poco probable pero no imposible y aceptar que no tenemos control sobre ello. Poco a poco veremos una mejora significativa de nuestra respuesta a la ansiedad que nos provoca nuestra peor fantasía.
Ejercicios como este son los que impartimos para tratar este tipo de trastornos que generan ansiedad, y que nos ayudan a entrenar a nuestros pacientes para controlar sus respuestas ante las fobias o miedos irracionales.
Júlia Pascual. Especialista en fobias, obsesiones y trastornos de ansiedad y alimenticios.