“Hay personas que van por la vida huyendo o defendiéndose de algo que ni siquiera les persigue” J. Pascual.
La paranoia, conocida anteriormente como lúcida locura según los franceses es una convicción, idea o creencia muy fuerte en las personas que les provoca un alto sufrimiento de manera continua y afecta de manera perjudicial a su vida. Estas personas por lo general pueden presentar mucha agresividad y la pueden expresar de forma exteriorizada o hacia sí mismos. Al mismo tiempo pueden presentar un aislamiento de la sociedad porque están defendiéndose o protegiéndose de algo que puede ser catastrófico para ellos.
En el centro Júlia Pascual ayudamos a las personas que sufren este tipo de trastorno delirante a superarlo por completo con una metodología de terapia breve. Sabiendo de antemano que una persona que sufre esta problemática no acudirá por ella misma a terapia, es importante que amigos, familiares o pareja la lleven al centro, a ser posible, después de un ataque de violencia, brotes o en casos en el que la persona esté afectada por cuadros de depresión o ansiedad.
Las personas con trastorno de personalidad paranoica sospechan de manera general de todo, reaccionando en situaciones a través de insultos, adoptando un comportamiento de hostilidad y con una especial sensibilidad a ser rechazados.
Los afectados acostumbran a percibir gran parte de los inputs recibidos por su entorno como hostil y dirigido contra ellos por lo que genera una adopción sistemática de rutinas de protección. Otra de las características del comportamiento son la obstinación y la polémica constante.
En el caso de las relaciones de pareja, algunas personas son demasiado celosas e insisten en que su pareja es infiel cuando no existe razón objetiva para culpabilizar.
Cómo distinguir el trastorno de personalidad paranoica con otro tipo de enfermedad
La distinción siempre ha sido bastante ambigua. Algunos profesionales ven una relación con síntomas esquizofrénicos, asumiendo un espectro de trastornos que abarca desde el trastorno paranoide de la personalidad hasta el trastorno delirante y la esquizofrenia paranoide, que puede distinguirse de otras formas de la típica esquizofrenia.
La paranoia se puede asociar con un trastorno límite de la personalidad. Sin embargo, ocurre temporalmente en situaciones estresantes y no como un patrón de reacción persistente.
En caso de sufrir un trastorno bipolar, es probable que se genere ansiedad paranoica dentro de un ataque maníaco o de depresión muy pronunciada.
Aunque la paranoia se presenta con mayor frecuencia como síntoma secundario en los trastornos bipolares que en la depresión clínica, esta última también puede ocasionalmente conducir a estados paranoides y delirios.
3 tipos de defensas que utilizan los que padecen de trastornos paranoides
- Exageración desmesurada: Cualquier comportamiento de otra persona para relacionarse con ella lo percibe de forma anómala y se genera una defensa que está fuera de lo normal.
- Anticipan: Antes de algún suceso o acontecimiento, se defienden de modo que se escudan para no realizarlo o creen que no es apto para ellos.
- Defienden su causa aunque no sea real: Su paralela realidad o percepción, la defienden hasta el final.
Clasificación según los grados del trastorno
- Manía de persecución: Aquellas personas que creen que se les maltrata a través de críticas y que les van acabar haciendo daño, incluso hasta llegar a matar.
- Condenadas por cualquier motivo: No solo por otras personas sino por causas de la propia naturaleza e incluso un ente superior como Dios.
- Trastorno delirante: Es una malinterpretación de la realidad en la que la persona que lo padece se sigue aferrando independientemente de la evidencia que no ocurre o no ha ocurrido.
Terapia breve para hacer frente a la paranoia
En primer lugar, los altos niveles de desconfianza entre el paciente y el psicoterapeuta dificultan la construcción de una buena relación. De este modo, nosotros como terapeutas del centro Júlia Pascual aceptamos como correctas las afirmaciones o creencias del paciente. Lo hacemos así para poder establecer una sana relación paciente-terapeuta, porque solamente si confían en el profesional los pacientes se atreverán a explicarnos totalmente lo que piensan, sino siempre lo acaban omitiendo, siguen a la defensiva.
Empezamos a trabajar con un familiar del paciente y realizamos terapia indirecta hasta que conseguimos poder vincular al paciente identificado en el proceso de psicoterapia. Siempre debemos de mantener el contacto con un familiar del paciente para saber si realmente hay distorsión de la realidad o no existe y el grado.
Buscamos reemplazar la percepción errónea de los afectados y los pensamientos derivados de ella (pensamientos disfuncionales) por unos pensamientos funcionales. Para ello, instalaremos dudas a sus creencias y les propondremos ejercicios para que empiecen a dudar de las creencias persecutorias o amenazantes que han construido. Esas prescripciones o experimentos que daremos al paciente o familiares ayudarán a que la persona experimente una experiencia emocional correctiva que inevitablemente haga caer la paranoia.
Una vez resuelto la o las paranoias, haremos todo un trabajo para que vaya mejorando sus habilidades sociales y reconociendo cuándo la desconfianza es inapropiada. En definitiva, todo un trabajo para aumentar su autoestima y su plena autonomía. En la mayoría de estos casos el psicólogo trabaja para que acepte la ayuda farmacológica porque es la mejor forma de acelerar el proceso de curación.
Para acabar, recordarte que el cerebro es capaz de imaginar que las personas tienen un complot para hacernos feliz o para hacernos el mal. Pero el cerebro también es capaz de entender que quizás no somos tan importantes para el resto de las personas como pensamos. Que no somos siempre el centro de atención de los demás pero que sí que depende de cómo reaccionemos y seamos con los demás estos nos acabarán tratando bien o mal. ¿Eres gentil con los demás?